¿Retira realmente EE.UU. sus tropas de Irak?
No muy a menudo me alegran los anuncios de la política exterior de este gobierno. Pero el anuncio de la semana pasada, acerca de que la guerra con Irak estaría en su etapa final y que las tropas volverían a casa para Navidad, sonó prometedor. Durante mucho tiempo he dicho que simplemente deberíamos declarar la victoria y regresar a casa. No nos debería haber llevado casi una década el hacerlo, menos aún teniendo en cuenta que supuestamente ésta era una prioridad de la actual administración. Por el contrario, será una de las últimas cosas que hagan antes de que la campaña por la reelección esté en pleno apogeo. Más vale tarde que nunca, pero si examinamos la letra pequeña ¿hay mucho por lo que emocionarse? ¿Retornarán a casa todos nuestros hombres y mujeres, e irá Irak a recuperar su soberanía? Y en estos tiempos de crisis económica ¿frenaremos la hemorragia monetaria en Irak? Lamentablemente, no se vislumbra que esto vaya a ocurrir.
En primer lugar, cualquier tipo de retiro que esté sucediendo no es simplemente debido a que el gobierno se haya dado cuenta de era lo correcto. Esto no se debe a un cumplimiento de una promesa de campaña, o a la compleción repentina del entrenamiento de las tropas policiales iraquíes resultando en la seguridad de sus ciudadanos. El verdadero motivo son los desacuerdos con el nuevo gobierno sobre el Acuerdo de Situación de las Tropas (SOFA = Status of Forces Agreement). El acuerdo actual fue creado por la anterior administración para que culminara a fines de 2011. Al parecer los iraquíes se negaron a continuar la inmunidad de nuestras fuerzas armadas para ser procesadas por cualquier crimen que cometan en suelo iraquí. ¿Podrían imaginarse si tuviéramos soldados extranjeros aquí, con inmunidad ante nuestras leyes y constitución, con acceso a nuestros vecindarios?
Supuestamente, unos 39.000 soldados estadounidenses volverán a sus casas para fin de este año. Sin embargo, la embajada estadounidense en Irak, que por cierto es la más grande y cara del mundo, no será abandonada. Más de 17.000 efectivos militares y contratistas privados de seguridad permanecerá en Irak para proteger al personal diplomático, para seguir entrenando a las fuerzas armadas iraquíes, para mantener una “conciencia situacional” y otras funciones. Esto sigue siendo una importante huella estadounidense en el país. Y teniendo en cuenta que un contratista de seguridad privada cuesta al “contribuyente” estadounidense cerca de tres veces más que un soldado, no veremos ningún ahorro de costes real. Lamentablemente, estos contratistas están cubiertos por la inmunidad diplomática, es decir, el pueblo iraquí no logrará que dichos invasores sean responsables por sus actos, como esperaban.
Aunque aplaudo el espíritu de este anuncio –ya que todas nuestras tropas en el extranjero deberían volver desde el extranjero- tengo serias reservas acerca de cualquier mejoría real de la situación en Irak, ya que en este preciso momento se está planeando aumentar en número de tropas en las regiones aledañas. Lo que realmente necesitamos es una nueva política exterior, y nada indica que eso es lo que obtendremos. Por el contrario, el gobierno tiene toda la intención de mantener las tropas en Irak, de manera indefinida, bajo un nuevo acuerdo, mientras los iraquíes están haciendo todo lo posible por hacer valer su soberanía y echarnos de allí. Tampoco vamos a ahorrar una cantidad significativa de dinero. Mi mayor temor, no obstante, es que esta retirada de tropas de Irak simplemente allanará el camino para más guerras interminables, innecesarias e inmorales.