Cómo terminar con la tragedia en Gaza
Por Ron Paul (26 de Noviembre de 2012)
Desde la noche del viernes (32 de Noviembre), el cese al fuego parece sostenerse. Si bien debemos estar contentos de que esta ronda de combates parece estar pausada, debemos darnos cuenta de que sin cambios en la política exterior estadounidense, es sólo cuestión de tiempo para que la matanza continúe.
Se siente como 2009 de nuevo, que fue la última vez en la que este tipo de violencia se desató en Gaza. En aquel momento más de 1.400 palestinos fueron asesinados, de los cuales sólo 235 eran combatientes. Los israelíes perdieron 13, de los cuales 10 eran combatientes. En aquel momento me referí al rol del presidente Bush en el conflicto:
«Es nuestro dinero y nuestras armas. Y creo que lo promovemos. Ciertamente el presidente no ha dicho nada para disminuirlo. De hecho, lo justifica sobre bases morales, diciendo que tienen derecho a hacerlo, si siquiera mencionar la tragedia de Gaza… Yo lo veo como un campo de concentración.»
El rol de los EE.UU. no ha cambiado bajo la administración de Obama. Continúan los mismos errores. El periodista Glenn Greenwald escribió esta semana:
«Por años, el apoyo financiero y diplomático a Israel ha sido la fuerza central que perpetúa este conflicto. Las bombas que Israel lanza sobre los habitantes de Gaza, las aeronaves usadas para hacerlo, y las armas utilizadas para ocupar el Oeste y proteger los asentamientos, son pagadas, en gran parte, por el contribuyente estadounidense…»
La semana pasada, mientras escalaban los combates, el presidente Obama rápidamente expresó su apoyo por el lado Israelí, en una declaración que ejemplifica a la perfección la tragicomedia de la política exterior estadounidense. Los EE.UU. apoyan al lado Israelí, dijo, porque:
«Ningún país del mundo toleraría que lluevan misiles sobre sus ciudadanos desde fuera de sus fronteras…»
Teniendo en cuenta que éste presidente hace llover misiles sobre Yemen, Afganistán, Pakistán, y otros países, a diario, la declaración fue tan hipócrita, que no pasó el test de la risa. Aunque no fuera gracioso.
La Secretaria de Estado, Hilary Clinton, viajó a Tel Aviv para reunirse con líderes palestinos elegidos. Clinton dijo ni bien llegó a Israel: «El compromiso de los Estados Unidos con la seguridad Israelí es sólido e inquebrantable.» ¿Suena esto como un mediador honesto?
Al mismo tiempo, el Congreso se comportó con una bajeza similar, cuando una resolución sin previo aviso fuera elevada a la Cámara, luego de que las sesiones de la semana hubieran concluido; y en menos de 30 segundos, la misma fue aprobada por unanimidad, sin debate y sin que la mayoría de los representantes hubieran siquiera oído de la misma. Esta resolución, la H Res 813, era tan parcial, que no sorprende que no hayan querido que alguien tuviese la oportunidad de leerla antes de votar. Seguramente, al menos algunos de mis colegas hubieran objetado, al menos, a un tipo de lenguaje como este: «La casa de Representantes expresa su firme compromiso con la seguridad del Estado de Israel como Estado Democrático Judío con fronteras seguras…»
El que la política exterior estadounidense tan unilateral se traduce en una mayor pérdida de vidas y de seguridad en ambos bandos. Sin duda, los israelíes no disfrutan de la amenaza de misiles provenientes de Gaza, ni los palestinos de las condiciones inhumanas impuestas por Israel. Pero mientras Israel pueda contar con que sus políticas destructivas sean garantizadas por el contribuyente estadounidense, seguirá con su conducta imprudente. Y mientras los palestinos sientan la unilateralidad de los EE.UU. presionando en su contra, seguirán recurriendo a medidas cada vez más desesperadas y letales.
Al continuar su política de bombardeo sobre tantas naciones, cada vez más resentidas, los EE.UU. están socavando aún más su seguridad. Estamos en curso de colisión con gran parte del resto del mundo, y lo estaremos hasta que no arreglemos nuestra política exterior. El terminar con el intervencionismo en el Medio Oriente, y el reemplazarlo con amistad e imparcialidad sería un primer paso muy bienvenido.