Estados Unidos: El Sueño de Todo Dictador
Informe Semanal 30/05/2011 – Por Ron Paul
Estos son días verdaderamente preocupantes para la libertad en los Estados Unidos. La semana pasada, el plazo de 60 días para que el presidente obtuviera la aprobación del Congreso para nuestra participación militar en Libia bajo la resolución “War Power” (Poder de Guerra) se fue como vino. Los medios apenas lo cubrieron. Los bombardeos continuaron. Tuvimos una audiencia en el Capitolio sobre el tema, pero la administración se niega a preocuparse por la legalidad de esta nueva guerra. No está claro si Obama alguna vez obtendrá el consentimiento del Congreso y, sorprendentemente, se está discutiendo si es que lo necesita.
El artículo 1, sección 8 de la Constitución lo ve de otro modo. Establece claramente que el poder para declarar la guerra descansa dentro del poder legislativo –el poder más representativo de la población–. Los fundadores eran personas cansadas de las guerras, y el requisito de una ley del Congreso para ir a la guerra fue intencional. Creían que no se debería entrar en guerras a la ligera, por ello se negaron a dejar tal decisión en manos de una sola persona. Se opusieron al poder bélico absoluto de los reyes. Sería increíblemente ingenuo pensar que un dictador jamás podría hacerse con el poder de este país.
Nuestros presidentes ahora pueden, por sí solos: ordenar asesinatos, incluyendo ciudadanos estadounidenses; operar tribunales militares secretos; torturar; encarcelar indefinidamente sin debido procedimiento; ordenar registros e incautaciones sin orden judicial; descuartizar la cuarta enmienda; ignorar la regla de 60 días para presentar ante el Congreso la naturaleza de cualquier operación militar, como lo requiere la War Power Resolution (Resolución Poder de Guerra); continuar con los abusos del Patriot Act (Ley Patriota) sin supervisión; iniciar guerras a su antojo y tratar a todos los estadounidenses como sospechosos de terrorismo en los aeropuertos, con los manoseos y los la máquina de Rayos-X de la TSA.
Quienes no se alarmen con todo esto no están prestando atención, o confían demasiado en los funcionarios del gobierno como para estar preocupados. Quienes estén en el gobierno hoy en día podrán ser personas confiables y maravillosas. ¿Pero qué hay de los líderes del futuro? Ellos heredarán todos los poderes adicionales que les cedemos a los actuales titulares del puesto. ¿Podemos confiar en que no se aprovechen de ello? Las mejores intenciones de hoy crean lagunas y oportunidades para los tiranos del mañana.
Quizás el incremento de poder más preocupante es la reciente expansión de la misión asociada con los ataques del 11 de septiembre y con las guerras de Irak y Afganistán. Algo que comenzó como ataques específicos a los autores del 11/9 continúa luego de 10 años con una guerra que se expande. ¿Y contra quién? La semana pasada el Congreso aprobó un proyecto de ley de “Autorización para la Defensa”, de un lenguaje muy inquietante, que explícitamente extiende el poder de guerra del presidente a casi cualquier persona. La sección 1034 de la ley dice que estamos en guerra con los Talibanes, con al Qaeda y con sus fuerzas asociadas. ¿Quiénes son estas fuerzas asociadas? También incluye a cualquiera que haya apoyado las hostilidades que hayan ayudado a cualquier organización que ayude a estas fuerzas asociadas. Esta autorización no está limitada geográficamente, y no tiene fecha de caducidad. No importa si estas fuerzas asociadas son o no estadounidenses. Tus derechos constitucionales ya no aplican cuando los Estados Unidos están “en guerra” contigo. ¿Sería tan difícil, para alguien del gobierno, “conectar” a algún enemigo político con al Qaeda, aunque sea tenuemente, y declararlo una “fuerza asociada”?
Mi colega, el Congresista Justin Amash, encabezó un esfuerzo para hacer que se elimine este lenguaje tan preocupante, pero desafortunadamente fracasó por una votación de 234 contra 187. Es realmente lamentable que tantos en el Congreso respalden una autoridad bélica ilimitada en manos del Poder Ejecutivo.