Estados Unidos También Asesina a sus Propios Ciudadanos
Informe Semanal – por Ron Paul
De acuerdo con la Quinta Enmienda de la Constitución de los EE.UU., los estadounidenses jamás han de ser privados de su vida, libertad, o propiedad sin el debido proceso de la ley. La Constitución no es una simple declaración de valores, permitiendo excepciones cuando sea conveniente, sino más bien la ley del territorio. Es la base de nuestra República y nuestro principal baluarte contra la tiranía.
El asesinato de dos ciudadanos estadounidenses la semana pasada, Anwar al-Awlaki and Samir Khan, es un ultraje y un acto criminal realizado por el Presidente y su gobierno. Si la ley que nos protege de los asesinatos sancionados por el gobierno puede ser anulada cuando haya un “ciudadano muy malo”, ¿queda entonces significado alguno para el Estado de Derecho en los Estados Unidos?
Como aprendiéramos la semana pasada, si un comité secreto del gobierno, sin supervisión del Congreso ni revisión judicial, puede ahora apuntar contra ciudadanos estadounidenses para que sean asesinados, entonces ¿con qué autoridad moral pretendemos dar lecciones al resto del mundo de cómo proteger los derechos humanos? ¿No acabamos acaso de bombardear a Libia hasta el olvido bajo el pretexto de proteger a civiles blanco de su propio gobierno?
Timothy McVeigh era ciertamente una amenaza, como también lo eran Nidal Hassan y Jared Lee Loughner. Ellos asesinaron personas delante de muchos testigos, y levantaron sus armas, literalmente, en contra de su gobierno, y aún así se les concedieron juicios.
Estas garantías constitucionales tienen su lugar debido a que los fundadores de esta nación sabían que era un asunto muy serio el privar a cualquier individuo de su libertad o su vida. Nuestra indignación, aun cuando sea en contra de evidentes culpables, no es razón suficiente para sacrificar el Estado de Derecho. Al-Awlaki se había expresado abiertamente en contra de los EE.UU. y nos dicen que habría incitado a la violencia contra los estadounidenses. No sabemos que haya cometido algún acto violento. Irónicamente, había sido invitado al Pentágono como parte de un acercamiento para moderar a los musulmanes luego del 11 de Septiembre. Mientras los ataques de los EE.UU. contra los musulmanes en Medio Oriente y Asia Central se expandieron, se dice que se tornó más ferviente y radical en su oposición a la política exterior de este país.
Muchos aplauden este asesinato porque creen que en tiempos de guerra el debido proceso judicial no es necesario –ni siquiera para los ciudadanos, y menos aún para aquellos que se encuentren en el exterior. Sin embargo, no ha habido ninguna declaración formal de guerra, y ciertamente tampoco ha habido una en contra de Yemen. La autorización para el uso de la fuerza post-11 de septiembre no cubre este caso, ya que nadie clama que estos dos estadounidenses tengan algo que ver con dicho ataque. Al-Awlaki estaba en una lista de blancos para ser asesinados confeccionada por un panel secreto del Consejo Nacional de Seguridad del Presidente Obama y por el Departamento de Justicia. ¿Cuántos otros ciudadanos estadounidenses hay en esa lista? No nos lo dirán. ¿Cuál es el criterio? No nos lo dirán. ¿Dónde están las pruebas? No nos lo dirán.
El padre de Al-Awlaki intentó desesperadamente conseguir que el gobierno le permitiera a su hijo tener al menos una representación legal para impugnar la orden de asesinato. Se la denegaron. En lugar de darle su día en la corte, el gobierno, a puertas cerradas, obró como fiscal, juez, jurado y verdugo. El aspecto más perturbador de todo esto es que cualquier nuevo poder que esta administración se adjudique servirá como precedente para futuras administraciones. Aún aquellos que confían ciegamente en este gobierno deben entender que si esta usurpación del poder y negación del debido proceso judicial es permitido, estos poderes permanecerán para ser usados por la próxima administración, y luego la próxima. ¿Van a confiar en ellos también? La historia demuestra cómo cuando una población renuncia a sus derechos, le será muy difícil recuperarlos. Tengan cuidado.