Los Muy Ocupados Políticos de Washington (The Very Busy Politicians in Washington DC)

Informe Semanal 19/10/2009 – Por Ron Paul

Español: Con una economía tambaleante, guerras múltiples, y con la cercana desaparición de la condición de reserva del dólar, existen más que suficientes problemas para tener a los políticos de Washington trabajando día y noche. En medio de la repartija de dinero por cacharros y la nacionalización del sistema de salud, la administración está ocupada enviando más soldados al extranjero, expandiendo las guerras existentes y buscando excusas para iniciar nuevas guerras. El Congreso está trabajando en la “urgente” legislación para hacer frente a crisis como la de la salud y la del cambio climático. Las reformas son tan urgentes que las legislaciones deben ser aprobadas rápidamente sin tiempo para leerlas, aunque las leyes no tendrán efecto hasta dentro de varios años! Mientras tanto, la Reserva Federal está muy ocupada enfrentando la crisis del dólar imprimiendo más dólares.



Sí, ciertamente hay mucho por hacer en Washington en estos días. La mayoría, sino todo, de lo que Washington está haciendo, sin embargo, es más de lo mismo que creó los problemas en primer lugar. El Capitolio está lleno de políticos corriendo por todos lados extinguiendo incendios –pero con gasolina. La verdad es que todos estos incendios mantienen a tanta gente poderosa rica y con trabajo, que realmente no es beneficioso para los tomadores de decisiones el ser muy eficientes a la hora de resolver problemas. Si Washington se quedara sin problemas, piensen cuántos lobistas se quedarían sin trabajo, y cuántos grupos de intereses especiales se disolverían. Lamentablemente, todo lo que es malo para la economía en general es bueno para la economía y mercado de trabajo de Washington DC.

Por supuesto, ninguna forma de gobierno, ni siquiera aquella que haya respetado sus límites constitucionales, crearía mágicamente una sociedad libre de problemas. La pregunta es: ¿Cómo resuelve una sociedad sus problemas? La forma de gobierno que previeron nuestros fundadores, en el que el gobierno federal estaba estrictamente limitado por la constitución, permite que los ciudadanos privados y comunidades resuelvan sus propios problemas. El rol del gobierno debería ser el de proteger los contratos, sancionar el fraude y la violencia a través de leyes apropiadas, la aplicación de la ley y los tribunales. No hacen falta un montón de leyes o burócratas para trabajar en ello. En cambio, constantemente se necesitan nuevas leyes para arreglar los problemas que causaran previas leyes inconstitucionales. Hemos terminado con un laberinto incomprensible de leyes y regulaciones que restringen severamente a las personas y expanden el gobierno –exactamente lo opuesto a lo que pretendían nuestros Fundadores.

Todo esto se debe a que la Constitución es tratada como un manual de sugerencias en lugar de cómo la ley suprema del territorio. Bajo la Constitución, se supone que las manos de los políticos estén atadas en la mayoría de las áreas en las que hoy se ven involucrados. Pero en algún lugar del camino los políticos ignoraron los límites constitucionales y comenzaron a pretender resolver los problemas por nosotros. Como resultado lo que tenemos son aun más problemas.

Hoy en día, los políticos de Washington pueden afanosamente “resolver” un problema, sabiendo que las consecuencias no intencionadas de esa “solución” los mantendrán ocupados el día de mañana. La gente en última instancia queda sofocada bajo el peso de las manos de ayuda de Washington. Estamos llegando al punto en que nuestra economía, nuestro dólar y, de hecho, el resto del mundo, han tenido toda la ayuda de Washington que puedan soportar. Los Estados Unidos se dirigen hacia el mismo camino que el de Roma y la Unión Soviética, por las mismas razones, a menos que revirtamos la tendencia.

Sigo con la esperanza de que suficientes americanos se den cuenta de que la verdadera fuerza de nuestro país no proviene de Washington, sino más bien de las limitaciones que pone la Constitución sobre el gobierno. Debemos decidirnos a revertir el curso destructivo que llevamos, para luego jamás volver a dejar que el estado grande solucionador de problemas se haga cargo de nuestras vidas y de nuestro país.


English: With a faltering economy, multiple wars, and the approaching demise of the dollar’s reserve status, there are more than enough problems to keep politicians in Washington working day and night.  In between handing out cash for clunkers and nationalizing healthcare, the administration is busy sending more troops overseas, escalating existing wars, and seeking out excuses to start new wars.  Congress is working on “urgent” legislation to address crises like healthcare reform and climate change.  The reforms are so very urgent that legislation must pass swiftly with no time to read the bills even though the new laws wouldn’t take effect for several years!  Meanwhile, the Federal Reserve is busy dealing with our dollar crisis by printing up more dollars.

Yes, there certainly is a lot for Washington to do these days.  Most, if not all, of what Washington is doing however, is more of what created the problems in the first place.  Capitol Hill is filled with politicians running around putting out fires – but with gasoline.  The truth is that all these fires keep so many powerful people employed and wealthy that it is not truly in many decision makers’ interests to be very effective problem-solvers.  If Washington ran out of problems, think how many lobbyists would be out of a job, and how many special interest groups would just disband?  Sadly, whatever is bad for the greater economy is good for the economy and job market in DC.

Of course, no form of government, not even one that respected its Constitutional restraints, would magically create a problem-free society.  The question is: how should a society deal with its problems?  The form of government that our founders envisioned, in which the federal government was strictly constrained by the Constitution, allows private citizens and communities to solve their own problems.  The role of the government should be to protect contracts, punish fraud and violence through appropriate laws, law enforcement and the courts.  Not a whole lot of laws or bureaucrats are really necessary to work on just that.  Instead, new laws are constantly needed to fix the problems that previous unconstitutional laws created.  We have ended up with an incomprehensible maze of laws and regulations that severely constrains the people and expands the government – the exact opposite of what our founders intended.

This is all because the Constitution is treated like a suggestion manual instead of the supreme law of the land.  Under the Constitution, politicians’ hands are supposed to be tied in most of the areas they involve themselves in today.  But somewhere along the line, politicians stepped out of Constitutional bounds and started pretending to solve our problems for us.  All we have to show for it is more problems.

Today, Washington politicians can busily “solve” one problem, knowing that unintended consequences from that “solution” will keep them and their friends all very busy tomorrow.  The people are ultimately left suffocating under the burden of Washington’s helping hands.  It is coming to a point where our economy, our dollar, and indeed, the rest of the world have had about all the help from Washington that they can stand.   The United States is headed the way of Rome and the Soviet Union, for the same reasons, unless we reverse the trend.

I continue to hope that enough Americans will realize that the true strength of our country doesn’t come from Washington, but rather the limitations placed on government in the Constitution.  We must resolve to reverse the destructive course that we are on and then never again let big government problem-solving take over our lives and our country.

A Weekly Column – by Ron Paul