Las Guerras Comerciales y el Proteccionismo no son Libre Comercio (Trade Wars and Protectionism are not Free Trade)
Informe Semanal 21/09/2009 – Por Ron Paul
Español: Hace dos semanas, tanto la Administración como la Reserva Federal anunciaron, con las caras rectas, que la recesión había terminado y que los signos de recuperación económica eran claros. Entonces, la semana pasada, el presidente tomó una decisión sorprendente, que muestra la determinación de la administración en repetir los errores de la Gran Depresión. Al igual que las Tarifas Smoot-Hawley, que iniciaron una guerra comercial global y que eficazmente nos condenaran a 10 años más de miseria económica, la decisión de Obama en promulgar elevadas tarifas sobre los neumáticos importados de China podría iniciar una guerra comercial con el socio de comercio más importante que tenemos. China no sólo fabrica una gran cantidad de productos que acaban en las tiendas estadounidenses, también siguen comprando deuda de nuestro Tesoro.
Uno se debería preguntar por qué se lleva a cabo este curso de acción si es que el gobierno realmente cree en sus propias declaraciones acerca de la recuperación económica. ¿Por qué siguen tratando de arreglar algo que supuestamente ya han arreglado? Lo más preocupante es la retórica que usan sobre el libre comercio para justificar esto. La administración afirma que simplemente está aplicando políticas comerciales, y que ello es necesario para el libre comercio. Este tipo de doble discurso demuestra un grave desconocimiento del libre comercio, de economía y de historia mundial. Aun así, ésta es la gente en la que el gobierno confía para que resuelvan nuestros problemas. Este tipo de cosas debería eliminar cualquier duda acerca de la credibilidad de los tomadores de decisiones de Washington.
La verdad es que esto perjudicará a los consumidores al subir los precios de los neumáticos y automóviles. Esto también complicará más las cosas para las ya paralizadas industrias manufactureras y agrícolas si, y cuando, China tome represalias contra los productos hechos en EE.UU. Cualquier trabajo que pueda ser salvado en las industrias de los neumáticos y metalúrgicas locales como consecuencia de esta medida proteccionista, muy probablemente se pierda en otras industrias americanas. Es incluso dudoso que esos trabajos se salven, ya que se pueden obtener neumáticos baratos de otros lugares, como México, en su lugar. Es difícil identificar a alguien que realmente salga ganando entre todos los que pierden cuando se trata de guerras comerciales. Si los sindicatos creen que esto es beneficioso para ellos, estarán siendo buenos para hacerse de un centavo, mientras pierden un dólar.
El comerciar libremente con todos y el tener malas alianzas con ninguno, ha sido siempre la mejor política para tratar con otros países en el escenario mundial. Esta es la política de la amistad, libertad y no intervencionismo, y sin embargo la gente ataca equivocadamente a esta filosofía como aislacionista. Nada puede estar más lejos de la verdad. El aislacionismo es la colocación de barreras comerciales proteccionistas, el comenzar guerras comerciales imponiendo sanciones provocativas, y el encontrarse un día sin nadie que compre nuestros productos. El aislacionismo es armar a ambos lados de un conflicto, sólo para descubrir que has hecho dos enemigos en vez de mantener dos amigos. El aislacionismo es tratar de ser la policía del mundo, y crear más resentimiento que gratitud. El aislacionismo es la incomprensión de la economía, o de otras culturas, pero aún así intervenir torpemente convirtiendo problemas menores en grandes desastres.
El gobierno no debería estar en el negocio de dar favores a intereses especiales, o de elegir ganadores y perdedores en el mercado, sin embargo esto ha sido lo que más ha tenido ocupados a los políticos de Washington. Se ha llegado a un punto febril últimamente, y debe terminar si es que alguna vez queremos volver a una economía funcional y próspera.
English: Two weeks ago, both the administration and the Fed announced with straight faces that the recession was over and the signs of economic recovery were clear. Then last week, the president made a stunning decision that signals the administration’s determination to repeat the mistakes of the Great Depression. Much like the Smoot-Hawley Tariffs that set off a global trade war and effectively doomed us to ten more years of economic misery, Obama’s decision to enact steep tariffs on Chinese imported tires could spark a trade war with the single most important trading partner we have. Not only does China manufacture a whole host of products that end up on American store shelves, they are also still buying our Treasury debt.
One has to wonder why this course of action is being undertaken if the administration really believes its own statements about economic recovery. Why are they still trying to fix something they have supposedly already fixed? The most troubling thing is the rhetoric about free trade given to justify this. The administration claims it is merely enforcing trade policies and that this is necessary for free trade. This sort of double speak demonstrates a gross misunderstanding of free trade, economics and world history. Yet these are the same people the country trusts to solve our problems. This sort of thing should remove all doubt about the credibility of the decision makers in Washington.
The truth is this will hurt American consumers by driving up prices of tires and cars. This will also complicate matters for our already crippled manufacturing and agricultural industries, if and when China retaliates against US made products. Whatever jobs might be saved in the tire and steel industries here as a result of this protectionist measure will likely be lost in other American industries. It is even doubtful that those jobs will be saved, as cheap tires can be obtained from other places like Mexico instead. It is difficult to see any real winners among all the losers where trade wars are concerned. If Unions think this is beneficial to them, they are being penny-wise and pound foolish.
Free trade with all and entangling alliances with none has always been the best policy in dealing with other countries on the world stage. This is the policy of friendship, freedom and non-interventionism and yet people wrongly attack this philosophy as isolationist. Nothing could be further from the truth. Isolationism is putting up protectionist trade barriers, starting trade wars imposing provocative sanctions and one day finding out we have no one left to buy our products. Isolationism is arming both sides of a conflict, only to discover that you’ve made two enemies instead of keeping two friends. Isolationism is trying to police the world but creating more resentment than gratitude. Isolationism is not understanding economics, or other cultures, but clumsily intervening anyway and creating major disasters out of minor problems.
The government should not be in the business of giving out favors to special interests or picking winners and losers in the market, yet this has been most of what has consumed politicians’ attention in Washington. It has reached a fevered pitch lately and it needs to end if we are ever to regain a functional and prosperous economy.
A Weekly Column – by Ron Paul