La influencia de Ron Paul en el Partido Republicano
Incluimos a continuación un muy buen artículo publicado por Dana Milbank en el periódico online «Estrella Digital»
Transcurridos sólo 15 segundos de la sesión de ruegos y preguntas con la prensa la mañana del miércoles, el candidato conservador Ron Paul descubría la hoja de ruta en una cita a la escuela austriaca de economía.
Desde ese extremo, recorría inexorable el abanico de registros de Paul: la necesidad del patrón oro, el problema de las bombillas de bajo consumo, la razón de que Grecia vaya a declararse insolvente, de que Grover Cleveland sea su presidente favorito, y de que nuestra economía se derrumbe «igual que el sistema soviético».
«Quiero decir, ¿cuánta gente habrá leído ‘La acción humana’?», preguntaba el candidato presidencial Republicano aludiendo al tratado económico de los años 40 obra de un tal Ludwig von Mises. «¿Cuánta gente ha estudiado a Mises y a Hayek y a Rothbard y a Sennholz?… Una gran cantidad de personas simplemente no entiende de lo que hablo».
Tiene razón en eso. Pocas veces un caballero llega muy lejos en la vida pública dejando caer selectivamente la clase de rarezas que deja caer Paul. Y aun así, en cierto sentido, va ganando las primarias presidenciales Republicanas de 2012.
Paul no va a ser presidente, y ni siquiera va a ser el candidato del partido, pero ése nunca fue su objetivo. Él aspiraba a cambiar el debate hacia sus exóticas teorías económicas, y según ese rasero ha triunfado.
El antiguo obstetra se encargó del parto del movimiento de protesta fiscal tea party. Su hijo ganó las elecciones al Senado. Los líderes Republicanos del Congreso se han unido a la cruzada de Paul contra la Reserva Federal. Y sus rivales por la candidatura presidencial Republicana le están robando sus ideas.
«El éxito de este mensaje», decía Paul delante de unos huevos con bacon en el desayuno del miércoles organizado por el Christian Science Monitor, «supera mis expectativas. ¿Quién habría soñado con que, después de 100 años, estaríamos hablando de la Reserva Federal en los debates? Quiero decir, esto es fantástico».
Hace unas semanas, el defensor del lector del Washington Post preguntaba el motivo de que la cobertura de Paul por parte del medio viniera siendo tan «escasa». Existen dos respuestas. La última vez, en 2008, Paul fue ignorado porque sus ideas sonaban demenciales. Esta vez está siendo ignorado porque sus ideas se han vuelto corrientes. Lo que ha cambiado no es Paul, sino el partido: casi un cuarto de siglo después de abandonar el Partido Republicano para postularse a la presidencia como libertario (hace años me dijo que era «un ejercicio académico»), los Republicanos se han unido a él.
Esto podría o no ser algo bueno, pero Paul ha demostrado que las polémicas triunfan. Sus campañas vienen estando ausentes de personalidad — de la suya o de la de cualquiera. Cuando en el desayuno le pregunté por las fotografías que mostraban al Gobernador de Texas Rick Perry encarándose con él en un debate, Paul restaba importancia al conflicto: «Es un gesto amistoso, golpear al otro en el pecho», explicaba.
Preguntado por la descripción de Perry de las acciones del gobernador de la Reserva como «traición», Paul cambiaba de tema: «(Ben) Bernanke no es el problema. La Ley de la Reserva Federal de 1913 es el problema». Hacia el final de la larga vista, observaba: «No sé si he dicho algo negativo acerca del presidente desde que estoy aquí. Probablemente no, porque por lo general no lo hago». De hecho, no lo hizo.
En lugar de eso, pronunció el mensaje agorero que es su sello. «Estamos en medio de un gran caos», comenzó. «La libertad personal está en peligro. Nuestro sistema financiero corre peligro». Las observaciones prosaicas continuaban: «Nuestra política exterior está en las últimas… Hemos consumido nuestra riqueza… Estamos destruyendo nuestra moneda… Fracaso estrepitoso total… Todo va a acabar».
Entre las predicciones apocalípticas llegaban peculiares ganchos libertarios, como que «los economistas austriacos predijeron que el pseudo-patrón oro artificial no iba a durar» o que «la medida legislativa que obliga a utilizar por ley bombillas de bajo consumo exclusivamente es esclavitud». Preguntado por el presidente Demócrata al que más admiraba, Paul proponía en su lugar al difunto H. R. Gross, un congresista Republicano que en una ocasión creó dificultades a la Cámara.
Esa es una elección reveladora, porque Paul está más interesado en la teoría que en el poder. «Tengo un objetivo en la vida a nivel político», explicaba, «y el objetivo es hacer de éste un país mejor, cambiar la legislación económica, cambiar la política exterior, cambiar la política monetaria y explicar a la población el motivo de que suframos períodos de prosperidad alternados con recesiones». En realidad son cinco objetivos, pero Paul afirma que sus ambiciones se están cumpliendo. «Las cosas nos están dando la razón», dice. «La postura del país entero está cambiando en nuestro beneficio».
Prueba A de la acusación: un escrito remitido el lunes por los líderes Republicanos a Bernanke instando a la entidad independiente a no estimular la economía. «Se debió de haber dicho hace 30 ó 40 años», decía Paul.
Prueba B: el discurso de «traición» de Perry. ¿Se apropiaba Perry del mensaje anti-Reserva de Paul? «Apropiarse puede ser una palabra algo fuerte, pero sí, él sabe lo que piensa la gente», dice Paul. «Así es como funcionan los políticos… Me parece que refleja las volátiles posturas».
Para Paul, es suficiente ratificación.
Fuente: estrelladigital.es